La Dra. María Gómez recupera el retablo de Sant Blai que fue quemado durante la Guerra Civil para la Catedral de Valencia

febrero 18, 2021
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La vicepresidenta de la Comisión Científica Internacional de Estudios del Santo Grial promueve la restauración de esta obra pictórica.

María Gómez es una reconocida especialista europea en restauración de pinturas quemadas, y es vicepresidenta de la comisión científica internacional de estudios del Santo Grial.

Esta tabla forma parte de un retablo atribuido al Maestro de Artés, expuesto en el Museo Catedralicio, y es “una pieza única” que sobrevivió al incendio del Palacio Arzobispal en la persecución religiosa de 1936 “y que después permaneció, como otras obras, almacenada muchos años en una sala de la Seo, por lo que es casi un milagro que podamos contemplarla”, según María Gómez Rodrigo, doctora en Bellas Artes, encargada de su restauración.

También es una pieza de valor destacable para entender “cómo ardieron las pinturas que se quemaron en el 36, cuando el Palacio Arzobispal ardió tres días y tres noches, de forma que las piezas que estaban en las salas más interiores sufrieron más el efecto horno y quedaron muy dañadas, con ampollas o incluso destruidas, y otras, en salas más exteriores, pudieron ser rescatadas y sus ahumados son más fáciles de restaurar”.

La tabla de San Blas, que mide 78 centímetros de alto y 26 de ancho, procedía de la localidad valenciana de Agullent y en 1922 pasó a formar parte del Museo Arqueológico Diocesano inaugurado en 1922 en el Palacio Arzobispal, museo que desapareció tras el incendio del 36 y sus piezas fueron incautadas y se dispersaron en distintos lugares de la ciudad y, posteriormente, fueron devueltas y quedaron almacenadas en la Catedral.

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De hecho, la tabla de San Blas es una de las piezas que sufrió más daños en el incendio pero “curiosamente las otras piezas del retablo de Artés que se conservan en el Museo de la Catedral no están dañadas porque este retablo nunca estuvo montado como tal en el Museo Diocesano del Palacio Arzobispal, sino que sus piezas estaban dispersas”.

La restauración, que ha resucitado la pieza con la policromía original, ha sido realizada en el Laboratorio de Arte de la Facultad de Geografía e Historia. La pintura ha estado oculta 85 años bajo la superficie carbonizada, y el color no se ha podido ver hasta ahora, ya que sólo existía una fotografía en blanco y negro, publicada en el libro de María Gómez ‘Las Pinturas quemadas de la Catedral de Valencia’, fruto de su tesis doctoral.

María Gómez ha afirmado: “Nos sorprende ver, una vez más, el ‘milagro’. Pues las llamas y el calor efecto ‘horno’ deterioraron la pintura de San Blas hasta el extremo que los barnices calcinados hicieron irreconocible la imagen”.

Desde 1991, la doctora María Gómez ha trabajado en la restauración de un importante número de pinturas gravemente quemadas en la Catedral Metropolitana de Valencia, y también en la localización y hallazgo de obras de arte desaparecidas desde la guerra civil.

En su larga trayectoria, Gómez ha recuperado el retablo quemado de San Miguel, del maestro de Gabarda, que luce en el pasillo del Santo Cáliz, así como otras pinturas quemadas, cuyo excelente trabajo la ha colocado como la máxima experta en recuperación de arte quemado.

La rectora de la Universitat de València, Mavi Mestre, propuso a la profesora María Gómez para colaborar en la restauración de pinturas quemadas en el incendio de la catedral de Nôtre Dame, de París.

Efecto horno

«Nos sorprende ver, una vez más, el milagro. Pues las llamas y el calor efecto ‘horno’ deterioraron la pintura de San Blas hasta el extremo que los barnices calcinados hicieron irreconocible la imagen», asevera la experta.

La tabla de San Blas, que mide 78 centímetros de alto y 26 de ancho, procedía de la localidad valenciana de Agullent y en 1922 pasó a formar parte del Museo Arqueológico Diocesano inaugurado en 1922 en el Palacio Arzobispal, centro que desapareció tras el incendio del 36. Sus piezas fueron incautadas y se dispersaron en distintos lugares de la ciudad y, posteriormente, fueron devueltas y quedaron almacenadas en la Seo.

De hecho, la tabla de San Blas es una de las piezas que sufrió más daños en el incendio pero, curiosamente, las otras piezas del retablo de Artés que se conservan en el Museo de la Catedral no están dañadas porque este retablo nunca estuvo montado como tal en el Museo Diocesano del Palacio Arzobispal, sino que sus piezas estaban dispersas.

En cuanto al proceso de restauración de la tabla, la madera, como soporte, estaba relativamente bien porque soporta mejor el efecto horno, aunque tenía grietas y desprendimientos pero no eran daños graves. «Sin embargo, la pintura y su preparación, sobre la madera, estaba muy deteriorada, porque el calor hace que los pigmentos y sus elementos orgánicos se muevan, reblandezcan o expandan», ha detallado Gómez.

Por ello, la película pictórica estaba muy dañada y su recuperación ha consistido en «proteger la pintura y consolidar los estratos despegados; consolidar el soporte con pequeños injertos de madera y encolados; y, por último, limpiar por capas».

Lupa y bisturí

La parte dorada estaba bien, porque el oro no sufre con el calor, por eso se aprecia, pero la figura de San Blas estaba completamente negra y carbonizada, y fue necesario aplicar un disolvente para reblandecer la parte quemada que, después, con la ayuda de una gran lupa, fue retirada meticulosamente con un bisturí y, a continuación, se aplicaron otros disolventes para completar el proceso, ha precisado.

El Museo de la Catedral expondrá próximamente esta pieza restaurada que será colocada en el retablo del Maestro de Artés que puede verse en la planta segunda, del que se conserva la parte superior, con San Gregorio Magno, la Santísima Trinidad y el Ángel Custodio del Reino de Valencia; la pieza exterior derecha, con Santo Domingo de Guzmán y Santa Águeda; y la exterior izquierda, con los Santos Onofre y Jerónimo. Precisamente, debajo de esta pieza es donde se instalará la tabla de San Blas, han avanzado desde el Arzobispado.

Desde 1991, la doctora María Gómez ha trabajado en la restauración de un importante número de pinturas gravemente quemadas en la Catedral Metropolitana de Valencia, y también en la localización y hallazgo de obras de arte desaparecidas desde la guerra civil.

En su larga trayectoria, Gómez ha recuperado el retablo quemado de San Miguel, del maestro de Gabarda, que luce en el pasillo del Santo Cáliz, así como otras pinturas quemadas, cuyo excelente trabajo la ha colocado como la máxima experta en recuperación de arte quemado.

La rectora de la Universitat de València, Mavi Mestre, propuso a la profesora María Gómez para colaborar en la restauración de pinturas quemadas en el incendio de la catedral de Nôtre Dame, de París.

María Gómez 25 años dedicados a restaurar obras de la Catedral

La profesora Gómez Rodrigo, una de las mayores expertas en restauración de pinturas quemadas, comenzó a interesarse por estas obras dañadas por los incendios del 36, en el Palacio Arzobispal y en la Catedral, al descubrir en la Seo una sala llena de cuadros “todos oscuros, ahumados o carbonizados, y lienzos enrollados, que Vicente Castell, canónigo desde 1969 hasta 1982, guardó siendo seminarista”. Después, la entonces doctoranda pidió permiso al Cabildo para realizar una investigación sobre ellas.

Estos trabajos, que se recogen en la tesis doctoral, publicada en el libro “Las pinturas quemadas de la Catedral de Valencia. El retablo de San Miguel del Maestro de Gabarda”,  los desarrolló durante 15 años, en los que elaboró un inventario de todas las piezas sobre tabla muy quemadas y llevó a cabo la restauración de una de ellas, el retablo de San Miguel del Maestro de Gabarda, que puede verse en el pasillo que conduce a la capilla del Santo Cáliz, en la Catedral.

Además, Gómez Rodrigo, Licenciada en Bellas Artes por la Universidad Politécnica de Valencia y Doctora en Bellas Artes por la Universitat de València, trabajó durante diez años en el centro de restauración del Museo San Pío V de Valencia, al frente de la dirección de restauraciones de grandes obras de la Seo, “por eso siento que la Catedral es como mi casa, porque le he dedicado 25 años de mi vida”.

En todos estos años “he vivido en este trabajo muchas alegrías pero también tristeza al ver los destrozos causados y ojalá que esto sirva para nunca más vuelvan a repetirse estos episodios de destrucción porque el Arte está por encima de las disputas, son siglos de Historia y patrimonio de todos que debe conservarse”, ha puntualizado.

Igualmente, la experta, aragonesa de nacimiento y valenciana de adopción, continúa su labor de restauración de obras quemadas en el laboratorio del departamento de Historia del Arte de la Universitat de València, donde imparte clases como profesora, laboratorio en el que ha permanecido varios años la tabla de San Blas, usada para el estudio de técnicas, que en breve expondrá el Museo de la Catedral.

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