Qué fue de la momia andina del Almudín de Valencia

febrero 13, 2021
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Valencia dispone de una momia con deformación craneal intencional, procedente de las Chullpas de Tiwanaku, Bolivia, que se creía perteneciente a la colección de Rodrigo Botet. Esta pieza podíamos verla cuando era expuesta en el Almudín.

La práctica totalidad de la colección Rodrigo Botet se encuentra pendiente de revisión taxonómica y, salvo los ejemplares expuestos, el resto se encuentra
pendiente también de restauración.


Tradicionalmente se ha incluido en la colección Rodrigo Botet una momia precolombina, ocho cráneos deformados ritualmente –de los cuales cuatro
están momificados— y restos arqueológicos diversos.


El origen de este material no se ha podido establecer a lo largo de esta investigación, aunque todo parece indicar que se trata de una adquisición
posterior, en la que nada parecen tener que ver José Rodrigo ni el Ayuntamiento de Valencia.


En este sentido, sólo se sabe con certeza que no figuran en la lista del recolector de los fósiles, y que el único documento de archivo hallado en que
se citan –la momia, concretamente— data de 1907 (AMPRB 1907 S/C. Manuscrito. [Medidas de la momia])


Estos materiales se citan en una publicación de 1909 como procedentes de las Chulpas de Tiaguanaco (Bolivia) (Boscá Casanoves, 1909a: 14-15). En una
publicación de 1910, por el contrario, se citan de procedencia desconocida.(Boscá Casanoves, 1910: 232-233). En 1920, los cráneos se citan como
procedentes de los valles Calchaquies (Noroeste de la República Argentina)(Boscá Seytre, 1920a).


Los restos arqueológicos fueron objeto de dos publicaciones, junto con otros depositados en diversas instituciones (Boscá Seytre, 1920b y 1936).

Sin embargo, actualmente se encuentran mezclados con otros objetos similares llegados de Argentina en 1910 y algunos más, donados al museo por
particulares entre 1912 y 1917. El momento en que se mezclaron y confundieron con el resto de la colección Rodrigo Botet es posterior a 1926.

Este material puede proceder de la expedición de Almagro (1862-1866). En la lista de materiales enviados a España tras la expedición, constan 37 momias, 74 artefactos de tumbas, 41 cráneos y 250 adornos indios entre otras cosas. En 1868, una Real Orden autorizó la dispersión de las muestras de la expedición y el Director General de Instrucción Pública comunicó a los centros de enseñanza la disponibilidad de las muestras, de las que algunos centros solicitaron categorías especiales y otros, una mezcla de varias. Entre las ciudades que se beneficiaron de este reparto, se encuentra Valencia (ver Miller, 1983). Parece pues, posible que lo depositado en Valencia fuera adquirido por Eduardo o por Antimo Boscá, aprovechando esta disponibilidad.

Entre estas piezas se encontraba la llamada “momia precolombina del Museo Paleontológico de Valencia”. La momia en cuestión acompañó a la colección de Rodrigo Botet en sus sucesivos cambios de ubicación hasta que la colección fue desalojada en 1990 debido a las obras de restauración del Almudín y es en este momento en el que se separa la momia del resto de la colección.

Los fósiles de animales se ubican en los bajos de la Casa Consistorial, en la antigua Sala Municipal de Exposiciones, y la momia fue arrumbada en un almacén del museo de Prehistoria de Diputación. La siguiente vez en la que se tiene noticia de la momia es en 1992, momento en el que se realizó una investigación sobre la misma, con el objeto de la consolidar de la momia y reparar sus partes dañadas y obtener todos los datos posibles sobre la misma.

Los datos que se obtuvieron de los estudios realizados son que fue hallada en el siglo XIX en Tiahuanaco, en la actual Bolivia, en una zona arqueológica con abundantes restos de una civilización prehispánica del primer milenio. Esa región estuvo dentro del imperio Inca. La momia pertenece a un hombre de avanzada edad, de 1,57 metros de estatura. El cráneo está deformado intencionalmente, con la frente prácticamente aplanada y perdió gran parte de sus dientes en vida, quedando solamente los incisivos. En cuanto a la situación actual de la momia, según todos los indicios, sigue depositada en un almacén del Museo de Prehistoria de Diputación. La momia apareció en una exposición temporal que se realizó en 2015 en el Museo de Ciencias Naturales de Valencia, en conmemoración del centenario de la muerte del ingeniero José Rodrigo Botet.

La momia en cuestión acompañó a la colección de Rodrigo Botet en sus sucesivos cambios de ubicación hasta que la colección fue desalojada en 1990 debido a las obras de restauración del edificio del Almudín (antigua alhóndiga del siglo XIV situada en pleno centro de la ciudad histórica de Valencia) donde se hallaba montada la colección del ingeniero y es en este momento en el que se separa la momia del resto de la colección, siendo arrumbada en un almacén del Museo de Prehistoria de Diputación.

José Rodrigo Botet y la momia

Al pisar tierra española procedente de América Meridional, apresúrome significar Excelentísimo Ayuntamiento, por conducto de su honorable presidente, que regalo a nuestra querida Valencia colección paleontológica de gran valor científico, con destino esa Universidad, como testimonio de la cordial estimación que le profesa uno de los hijos de ese pueblo que en largos años de ausencia ha pensado en honrar y engrandecer la ciudad donde nació”.

Así, con esa retórica florida, se dirigió por telegrama José Rodrigo Botet al alcalde de Valencia cuando el barco que le traía de regreso a España, el “Mateo Burzzo”, hizo escala en Canarias. El indiano regresaba a España con toda su familia, y con muchos regalos: unos eran para su anciana madre, que vivía en la calle de Colón, y otros para su ciudad natal. El regalo a Valencia era una enorme colección de fósiles de moluscos, compuesta por unas cinco mil piezas, y de esqueletos de animales que habían poblado la Pampa y la Patagonia hace millones de años. Armadillos de enorme caparazón, más grandes que un caballo, competían con la estructura completa de un megaterio, una especie de oso de ocho metros de altura. En 1889, un siglo antes de que naciera para el cine el Parque JurásicoRodrigo Botet lo trajo a Valencia.

Ansioso por regresar a la vista del Micalet, gastó montones de dinero, en agosto de 1889, en obsequiar a sus viejos amigos valencianos, que le rindieron un gran homenaje. La plaza de Sant Jordi, donde estaba el palacio que dio paso al Hotel Astoria, fue bautizada entonces con su nombre por iniciativa municipal. Rodrigo Botet, con su inmensa fortuna, había reunido una colección, en la que no faltaba un par de momias precolombinas, que se encargaba de cuidar, en lo científico, el naturalista Enrique Carles, incluido en el grupo de regreso.

Poco antes de dejar Buenos Aires, Rodrigo Botet recibió una generosa oferta de compra de la colección por parte del British Museum; pero el mecenas la rehusó. De modo que Ayuntamiento y Universidad se encontraron muy pronto con una pila de cajas de madera, de embalajes, baúles y vitrinas que el experto Carles comenzó a ordenar pero que las instituciones de Valencia no sabían dónde ubicar en sus precarias instalaciones.

En 1890 las cosas se complicaron mucho cuando el experto catalán venido de Buenos Aires aprovechó un repunte de la epidemia de cólera local para literalmente huir rumbo a la Pampa. Valencia tenía la mejor colección internacional de paleontología sudamericana, pero no sabía qué hacer con ella; de modo que todo el conjunto fue depositado en la Alquería de Juliá, donde pasó unos cuantos años bajo llave. Hasta 1897 no se tomó la decisión de convertir el viejo Almudín de la ciudad en un Museo de Paleontología cuyo montaje fue confiado al naturalista valenciano Eduardo Boscá.

En 1904, cuando Rodrigo Botet regresó a Valencia y relató al alcalde de turno sus nuevos y fabulosos proyectos de negocios, el Museo todavía estaba en mantillas. Hasta el año 1907 no fue definitivamente ubicado en lo que fue almacén de granos de la ciudad; allí pasó más de ocho décadas, Guerra Civil incluida, formando un extraño contraste entre las enormes osamentas, las inscripciones murales y los arcos medievales.

Aún fue más llamativa la imagen que la colección ofreció, a partir de 1989, cuando tuvo que ser  provisionalmente ubicada en la zona de exposiciones del propio edificio municipal. El de Valencia fue el primer Ayuntamiento que tuvo animales prehistóricos en su interior. A finales de los noventa, definitivamente, la colección Rodrigo Botet fue instalada, y correctamente presentada al público, en el Museo de Ciencias Naturales que funciona en lo que un día fue restaurante de los jardines de Viveros.

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