Según la documentación que se conserva del templo, el 25 de marzo de 1907, cuando las formas consagradas iban a utilizarse para la Comunión, fue encontrado el sagrario abierto y sin el copón en que se guardaban. Al parecer, fue sido sustraído por un desconocido que se introdujo en la iglesia aprovechando que en el altar mayor de la parroquia se celebraba una misa conventual con motivo de la festividad de la Anunciación del Señor.
En 1907 fueron robadas varias sagradas formas que, al tercer día, aparecieron enterradas y se conservan incorruptas desde entonces.
Dos días después, las formas consagradas desaparecidas fueron halladas por un labrador bajo una piedra en un huerto y devueltas en solemne procesión a la parroquia mientras volteaban las campanas de la localidad. Años después, los feligreses regalaron a la parroquia una custodia, conocida popularmente por «taronxeret», para la exposición de las sagradas formas en ocasiones especiales.
En 1934, al comprobar que las sagradas formas permanecían incorruptas, «en el mismo estado en que fueron encontradas bajo la piedra y manteniendo inalteradas sus condiciones de pan», el Arzobispado de Valencia inició un expediente para declarar milagrosa su conservación sellando y lacrando el relicario. Sin embargo, este documento desapareció en el incendio del Palacio Arzobispal durante la persecución religiosa de 1936.
Finalmente, en 1982, el entonces arzobispo de Valencia, monseñor Miguel Roca, inició un nuevo expediente en el que decretó el culto que debían recibir las formas consagradas de acuerdo con el artículo 898 del Código de Derecho Canónico. Tradicionalmente el milagro se conmemora en la semana del 25 de marzo que fue cuando sucedió el milagro.
Finalmente, en 1982, el entonces arzobispo de Valencia, monseñor Miguel Roca, inició un nuevo expediente en el que decretó el culto que debían recibir las formas consagradas de acuerdo con el artículo 898 del Código de Derecho Canónico.