El Supremo ratifica la prisión permanente revisable para el padre que asesinó a su hijo en Sueca

junio 9, 2025
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El Tribunal Supremo confirma la condena al autor del brutal asesinato de su hijo de 11 años, cometido en Sueca en 2022, como un caso extremo de violencia vicaria con alevosía, ensañamiento y motivaciones machistas.


Un crimen que conmocionó a la Comunitat Valenciana

La localidad valenciana de Sueca quedó marcada por uno de los crímenes más estremecedores de los últimos años. Un padre acabó con la vida de su propio hijo de 11 años a cuchilladas, en un acto de violencia extrema que tenía un único propósito: causar el mayor sufrimiento imaginable a su expareja, madre del menor. Hoy, la Justicia ha cerrado el círculo con la confirmación de la condena más severa posible: prisión permanente revisable.

La cruel secuencia de los hechos

Los hechos ocurrieron un 3 de abril por la tarde. El niño se encontraba en casa de su padre durante un régimen de visitas. A las 14:04, envió un mensaje a su madre pidiéndole si podía ir a recogerle. Lo que parecía una conversación rutinaria pronto se tiñó de horror: minutos después, mientras el menor respondía a su madre, su padre lo atacaba con un cuchillo.

La secuencia no dejó lugar a dudas. El asesinato fue meticuloso y planificado. Las autoridades determinaron que el objetivo del crimen no fue otro que infligir el dolor más profundo a la madre del niño, en lo que se define como violencia vicaria: hacer daño a una mujer a través de sus seres más queridos.

La sentencia del Supremo

El Tribunal Supremo ha ratificado en firme la pena impuesta por la Audiencia Provincial de Valencia. Se trata de una condena de prisión permanente revisable por asesinato con agravantes de alevosía, ensañamiento, parentesco y discriminación por razón de género. También se le condena a seis años adicionales de cárcel por maltrato habitual, amenazas y quebrantamiento de condena en el ámbito de la violencia de género.

Según se recoge en la resolución, el asesinato fue el “colofón final de una conducta machista mantenida durante años”. El agresor, además, había sido previamente denunciado por violencia doméstica y tenía antecedentes de malos tratos hacia su exmujer.

Sin atenuantes posibles

Durante el juicio, la defensa del condenado intentó argumentar un supuesto trastorno mental transitorio para reducir la pena. Sin embargo, los informes psiquiátricos presentados no respaldaban esta tesis. Al contrario, reflejaban que el autor del crimen actuó de forma plenamente consciente y deliberada.

Tampoco se ha admitido la atenuante por confesión. El tribunal consideró que el reconocimiento de los hechos se produjo cuando la evidencia ya era irrefutable, y no como un acto de colaboración voluntaria con la Justicia.

Un mensaje contundente contra la violencia vicaria

Esta sentencia marca un hito judicial y social. La violencia vicaria, que sigue siendo una de las formas más crueles de violencia de género, encuentra aquí una respuesta firme del sistema judicial. No se trata solo de castigar al culpable, sino de mandar un mensaje claro: la sociedad no tolera este tipo de crímenes.

El caso también ha impulsado el debate sobre la necesidad de reforzar las medidas de protección en los regímenes de visitas, sobre todo cuando existen antecedentes de maltrato. Muchas voces reclaman ahora una revisión del sistema para evitar que un menor vuelva a ser utilizado como herramienta de venganza.

El drama humano detrás del proceso

La madre del menor, que ha vivido un calvario judicial y emocional desde aquel fatídico día, ha evitado realizar declaraciones públicas tras conocer la decisión del Supremo. Sin embargo, su entorno más cercano ha expresado su alivio por el desenlace judicial, aunque coinciden en que “nada podrá reparar una pérdida tan devastadora”.

La familia ha mantenido en todo momento que el menor mostraba signos de temor en las visitas al domicilio paterno, y que habían solicitado sin éxito una revisión del régimen. La tragedia, por tanto, plantea también interrogantes sobre los protocolos de actuación en casos de custodia compartida en contextos de violencia previa.

Conclusión: justicia, pero sin consuelo

El veredicto del Supremo ha cerrado una etapa judicial que comenzó hace tres años, pero el dolor de esta familia seguirá presente. Lo que ocurrió en Sueca no es solo una tragedia familiar, sino un grito de alerta para toda la sociedad: los mecanismos de protección han de reforzarse, y la violencia vicaria debe ser reconocida y combatida con todas las herramientas disponibles.

¿Qué más se puede hacer para evitar que un menor sea víctima colateral en casos de violencia de género? La reflexión sigue abierta.

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