Algemesí, 8 de septiembre de 2025.
El 8 de septiembre siempre es una fecha marcada en rojo en el calendario de Algemesí, pero este año la emoción ha sido aún mayor. El municipio, duramente golpeado por la DANA del pasado 29 de octubre, ha vuelto a vestirse de gala para honrar a la Mare de Déu de la Salut, en un día grande que ha mezclado fe, memoria y esperanza.
Una fiesta más sentida que nunca
Las calles se han llenado de danzas, música, color y fervor popular, mientras el recuerdo de las víctimas de la riada seguía muy presente en cada rincón. A pesar de algún sobresalto en la puerta de la basílica, las muixerangues se han alzado hacia el cielo al ritmo de las dolçaines, símbolo del renacer colectivo de un pueblo que ha sabido sobreponerse al dolor.
Este 2025, además, coincide con el centenario de la coronación de la Mare de Déu de la Salut, un motivo añadido de unión y orgullo. Tras semanas de ensayos y meses de reconstrucción, Algemesí ha mostrado al mundo la fuerza de su patrimonio inmaterial de la humanidad, con todos los bailes en perfecta sintonía y el repique solemne de las campanas de Sant Jaume.
Homenajes y símbolos de resiliencia
Uno de los momentos más emotivos lo protagonizó la Nova Muixeranga, cuyos miembros entraron en la basílica con botas de agua y utensilios de limpieza en recuerdo de las víctimas y de los voluntarios que ayudaron tras la catástrofe. Un gesto simbólico que arrancó los aplausos de todo el pueblo.
La muixeranga también rindió homenaje a los 50 años de la escuela de tabal y dolçaina de Algemesí, situando a los músicos como el remate de las torres humanas por primera vez en la historia.
El pueblo, unido en la fe y la memoria
El paso de la Mare de Déu frente a muchas de las viviendas afectadas por la DANA se convirtió en otro instante de profunda carga emocional. Vecinos y vecinas recordaron aquellos días oscuros, pero también celebraron la oportunidad de reencontrarse unidos en la fiesta y la tradición.
El colofón llegó con la entrada de las muixerangues en la basílica, donde devoción, tradición y homenaje se fundieron en un mismo latido colectivo. Algemesí ha demostrado, una vez más, que en la tragedia y en la celebración, el pueblo camina unido.