Época medieval y moderna: ataques piratas y defensas
La piratería en el litoral valenciano no es un fenómeno exclusivo de la Edad Moderna; ya en época medieval se documentan incursiones en sus costas. Desde finales del siglo XIII y durante el XIV se registraron ataques de piratas, aprovechando el intenso tráfico comercial mediterráneo. Por ejemplo, en el siglo XIV piratas procedentes del norte de África asaltaron las costas de Benissa y Xàbia, en la Marina Alta
En el siglo XV la amenaza persistió e incluso aumentó: se conservan alrededor de 130 cartas de alerta enviadas desde poblaciones costeras (Dénia, Calpe, Teulada, etc.) a la ciudad de Valencia avisando de posibles incursiones piráticas
Ante estos peligros, las autoridades locales debieron permanecer vigilantes constantemente.
Como respuesta, ya a fines de la Edad Media se tomaron medidas defensivas. La propia Corona de Aragón autorizó la construcción de fortificaciones costeras: en 1413 el rey Fernando de Antequera aprobó levantar la Torre del Rey en Oropesa (Castellón) para proteger la zona de ataques “sarracenos” y de piratas berberiscos
La ciudad de Valencia, aunque situada unos kilómetros tierra adentro, también reforzó su seguridad. Su puerto (el Grau) se fortificaba temporalmente cada vez que arribaban cargamentos valiosos, ante el riesgo de incursiones navales enemigas
Además, los jurados de la ciudad (el gobierno municipal) establecieron en 1516 un sistema de alarma: se encendería una hoguera en lo alto del Micalet (el campanario de la catedral) para avisar a la población de la presencia de barcos piratas próximos
Estas señales se mantuvieron durante siglos –de hecho, se siguieron realizando de forma habitual hasta fines del siglo XVIII, cuando la amenaza de los piratas berberiscos comenzó a disminuir
Piratas berberiscos y corsarios: impacto y contexto internacional
Entre los siglos XVI y XVII, la costa valenciana sufrió el azote constante de los piratas berberiscos, temidos corsarios musulmanes procedentes del norte de África. Estos piratas —en muchos casos al servicio del Imperio otomano— realizaban rápidas incursiones para obtener botines y capturar habitantes. Su modus operandi era atacar barcos mercantes o desembarcar súbitamente en poblados costeros para saquear y secuestrar personas, que luego vendían como esclavos o canjeaban por rescates
. Este peligro sembró el terror entre la población valenciana: muchos pueblos litorales quedaron semiabandonados por temporadas, dando origen a la famosa expresión “¡Moros en la costa!” (usada para alertar de la llegada inminente de piratas)
El propio Fernando de Antequera describía a principios del siglo XV la despoblación causada por estos ataques en Oropesa con una frase estremecedora: “En lugar de hombres, las habitan panteras; y en lugar de aves domésticas revolotean los buitres y los cuervos”
Los piratas berberiscos tuvieron un fuerte impacto económico y demográfico. El comercio marítimo se vio amenazado, obligando a mercantes a navegar escoltados o evitar ciertas rutas, y cientos de valencianos fueron capturados para ser esclavizados en Argel u otras plazas norteafricanas. Un caso dramático ocurrió en 1552, cuando una flotilla al mando del corsario Salah Rais logró desembarcar cerca de Elche: saqueó la comarca y secuestró a numerosos habitantes antes de huir con su botín
Historias similares se repitieron en distintos puntos del litoral, dejando una huella profunda en la memoria colectiva.
Las incursiones berberiscas estaban estrechamente ligadas al contexto geopolítico del Mediterráneo. Muchos corsarios actuaban con patente de corso (permiso) del Imperio Otomano, que utilizaba la piratería como parte de su estrategia militar contra España y otras potencias europeas. El sultán Solimán el Magnífico contó con formidables lugartenientes marítimos: el más célebre fue Barbarroja (Khayr al-Din Barbarossa), quien en 1534 fue nombrado almirante de la flota turca






Barbarroja convirtió Argel en su bastión pirata y, aliado con la Francia de Francisco I, logró el predominio naval otomano en el Mediterráneo durante décadas
Bajo su liderazgo y el de otros capitanes, como su sucesor Dragut, la actividad corsaria se prolongó por más de dos siglos en el Mediterráneo occidental
Frente a esta amenaza, los reinos cristianos reaccionaron militarmente. Los Reyes Católicos (Fernando e Isabel) promovieron la creación de una gran armada para patrullar las costas hispánicas e incluso atacar las bases piratas en el norte de África
Gracias a estas campañas se logró, por ejemplo, ocupar estratégicamente el Peñón frente al puerto de Argel (1510-1530) y reducir temporalmente las incursiones
Posteriormente, el emperador Carlos V continuó la lucha: en 1535 sus fuerzas tomaron Túnez, y aunque fracasó en su asedio a Argel en 1541, mantuvo a raya durante un tiempo a Barbarroja
Sin embargo, los piratas seguían hostigando las costas levantinas siempre que podían. A mediados del siglo XVI, Dragut (lugarteniente de Barbarroja) intensificó los ataques, y otros jefes corsarios como Cachidiablo (Alí el Caído) devastaron el levante español —en 1518 llegaron a arrasar poblaciones desde Badalona hasta Alicante—
La Corona española, bajo Felipe II, acabaría organizando la Liga Santa con otras potencias cristianas, logrando derrotar al grueso de la flota otomana en Lepanto (1571); a partir de entonces la piratería berberisca fue perdiendo fuerza gradualmente. Aun así, en el ámbito local siguió siendo un problema grave hasta entrado el siglo XVII, lo que obligó a Valencia y sus vecinos a reforzar sistemáticamente sus defensas.
Fortificaciones y torres de vigilancia: la defensa costera
Torre del Rey de Oropesa (Castellón), una robusta torre costera comenzada en 1413 para proteger el litoral de los piratas
Fue reforzada en 1534, alcanzando muros de hasta 4 metros de espesor
Para hacer frente a los continuos asaltos corsarios, el Reino de Valencia desarrolló a lo largo del siglo XVI un amplio sistema de fortificaciones costeras. Muchas de las viejas atalayas medievales fueron reforzadas, y se levantaron nuevas torres de vigía en puntos estratégicos de la costa. Estas torres –generalmente de planta circular o cuadrangular, con muros de mampostería muy gruesos– servían de puesto de observación y primera línea de defensa. Los vigías apostados en ellas vigilaban el horizonte marítimo día y noche.

Un aspecto clave de esta red defensiva era la comunicación rápida ante cualquier avistamiento enemigo. Las torres estaban lo suficientemente cerca entre sí para transmitir señales visuales: columnas de humo durante el día y hogueras por la noche, conocidas como almenaras
De este modo, cuando una torre costera avistaba velas piratas, encendía la alarma para que la señal fuera replicada por la siguiente torre, y así sucesivamente tierra adentro. En cuestión de minutos la noticia podía llegar a la ciudad de Valencia (donde, como vimos, el Micalet replicaba la alerta), dando tiempo a que la población se refugiara o que las milicias locales se prepararan para repeler el desembarco. Este sistema de vigilancia coordinada quedó institucionalizado en 1554, cuando se promulgaron las Ordenanzas de vigilancia y defensa de la costa del Reino de Valencia, conocidas como el “Resguardo de la Costa”
Dichas ordenanzas detallaban el funcionamiento de las almenaras, la dotación de las torres y la organización de las guardias, y permanecieron en vigor (con ajustes) hasta 1673, reflejo de la persistencia de la amenaza corsaria.
La construcción de torres vigía, murallas y fortines se aceleró especialmente bajo el reinado de Felipe II (1556-1598). A instancias del monarca, ingenieros militares prestigiosos como Juan Bautista Antonelli, Giovanni Battista Calvi, los hermanos Fratín o Vespasiano Gonzaga diseñaron un completo plan de fortificación costera
Con financiación de la Corona –e incluso con impuestos locales especiales, como el de la seda en Valencia
– se edificaron nuevas torres y se reforzaron posiciones vulnerables. Un ejemplo emblemático es el Castillo de Santa Pola (Alicante), construido en 1557 sobre los restos de una antigua torre medieval: esta fortaleza, mandada erigir por Bernardino de Cárdenas (marqués de Elche y virrey de Valencia), protegía el antiguo puerto de Elche de los continuos desembarcos enemigos
Asimismo, se repararon murallas existentes, dotándolas de artillería; la villa de Guardamar (Alicante), por caso, reforzó sus muros con cañones para disuadir los ataques berberiscos
También se optó por fortificar algunas iglesias costeras (templos-fortaleza) y casas fuertes para que sirvieran de refugio a la población en caso de incursión
Poco a poco, la silueta del litoral valenciano se fue llenando de torres almenaras en promontorios y calas, muchas de las cuales sobreviven en pie hasta hoy como testigos de aquella época turbulenta.
Gracias a este complejo entramado defensivo, las costas valencianas pudieron mitigar en parte el impacto de la piratería. Las guarniciones apostadas en torres y castillos lograron rechazar numerosos ataques. Por ejemplo, documentos de la época reflejan que ciudades como Dénia otorgaron licencias de corso a marinos locales para que, con sus propias embarcaciones armadas, persiguieran a los piratas antes de que tocaran tierra
No obstante, cuando las expediciones corsarias eran muy numerosas o sorpresivas, conseguían burlar la vigilancia: algunos pueblos fueron incendiados y arrasados antes de que llegara ayuda. Las defensas costeras se mantuvieron activas durante toda la Edad Moderna; de hecho, aún a fines del siglo XVIII seguían organizándose rondas de vigías, hasta que la ofensiva berberisca decayó definitivamente y dejó de ser una amenaza habitual
Historias y leyendas locales: piratas e héroes valencianos
La huella de siglos de incursiones piráticas quedó grabada en la memoria popular valenciana mediante relatos y leyendas que han perdurado. Figuras como Barbarroja o Dragut pasaron a ser protagonistas de historias de terror costero narradas de generación en generación. Se cuenta que Barbarroja, tras establecer su base en Argel, atacó sin piedad enclaves levantinos: los cronistas hablan de villas arrasadas en la costa de Castellón y Alicante. De hecho, varias localidades sufrieron sus furias tras la campaña de Túnez (1535); entre ellas Vinaròs (Castellón) y Torrevieja (Alicante), que fueron saqueadas y prácticamente despobladas por los hombres de Barbarroja
Estos ataques dejaron tal impacto que hasta la actualidad subsiste la expresión “no quedó títere con cabeza” en alusión a la devastación causada.
Entre las historias más célebres destaca la del pirata Dragut y su asalto a Cullera. Dragut (Turgut Reis), lugarteniente de Barbarroja, era uno de los corsarios otomanos más temidos del Mediterráneo
El 25 de mayo de 1550 lanzó una incursión audaz sobre la villa de Cullera (Valencia): según las crónicas, aprovechó la oscuridad de la noche y la escarpada costa cercana al faro para ocultar sus naves, y al amanecer desembarcó tomando por sorpresa a los habitantes
Los piratas saquearon la ciudad, se llevaron un cuantioso botín e hicieron docenas de prisioneros, incluyendo mujeres y niños
Las milicias virreinales acudieron en auxilio, pero ya era tarde; Dragut utilizó a los cautivos como escudos y logró reembarcar con su botín. Es entonces cuando nace la leyenda local: se cuenta que en una cueva de la costa, hoy llamada Cova del Dragut, se pactó el rescate de los rehenes sobrevivientes
Allí mismo el pirata habría intercambiado a algunos cautivos por un pago en oro antes de huir mar adentro. La realidad histórica es que Cullera quedó arrasada y atemorizada; de hecho, tras el ataque, gran parte de la población abandonó la villa durante un tiempo ante el temor de nuevas incursiones
Hoy, esa cueva alberga un museo pirata que recuerda aquellos hechos legendarios y mantiene viva la memoria de Dragut en la comarca.
Otra narración famosa es la defensa milagrosa de La Vila Joiosa (Alicante) en 1538. En julio de ese año, una flota de piratas berberiscos comandada por el caudillo Zallé Arraez intentó desembarcar en Villajoyosa con decenas de naves. Los habitantes, superados en número, resistieron ferozmente detrás de sus improvisadas defensas, mientras los corsarios llegaban a la playa dispuestos al saqueo
En medio del asalto, cuenta la leyenda que la patrona de la ciudad, Santa Marta, intervino milagrosamente: sus “lágrimas” desataron una súbita riada o tempestad que arrastró a buena parte de la flota invasora anclada en la desembocadura del río Amadorio
Aprovechando la confusión, los defensores contraatacaron y lograron rechazar a los piratas restantes, salvando la villa. Este episodio, mezcla de realidad y mito, se conmemora desde hace siglos en las coloridas fiestas de Moros y Cristianos de Villajoyosa: cada año se recrea el Desembarco Moro, con barcos en la playa al amanecer y la imagen de Santa Marta presidiendo la defensa, rememorando cómo la ciudad venció al corsario Zallé Arraez
La tradición local venera a Santa Marta como la “invicta heroína” que protegió milagrosamente a su pueblo del saqueo.
Estas son solo algunas de las numerosas historias surgidas al calor de la piratería en tierras valencianas. Cada torre de vigía, cada puerto antiguo, atesora sus propios relatos de alarma y valor: desde pequeños combates contra corsarios en calas remotas, hasta anécdotas de tesoros enterrados o pactos de rescate en la playa. Con el tiempo, la amenaza pirata desapareció —en el siglo XVIII y especialmente tras el siglo XIX, la supremacía naval europea puso fin al corso berberisco—. Pero la épica de aquellos siglos de piratería sigue viva en el imaginario de la región. Las torres costeras en ruinas, los topónimos evocadores (como la punta del Moro o la Cova dels Pirates) y las fiestas populares mantienen el recuerdo de cuando Valencia debió vivir en guardia frente al mar. La historia de la piratería en Valencia, desde la Edad Media hasta la era moderna, es así un capítulo fascinante de resistencia y adaptación, en el que un pueblo forjó su identidad al filo de la amenaza constante del mar y supo convertir su lucha en leyenda.
Referencias
- Amores, J. (2021). La Torre de Ressemblanch y la defensa contra la piratería berberisca. Revista de Historiarevistadehistoria.esrevistadehistoria.esrevistadehistoria.es.
- Sociedad Geográfica Española (2003). Moros en la costa. Boletín SGE nº18sge.orgsge.orgsge.org.
- Valenciaplaza (2016). Una hoguera en el Micalet avisó de un ataque pirata a Valencia hace 500 añosvalenciaplaza.comvalenciaplaza.com.
- MACMA Marina Alta (2020). Piratas a la costa!macma.orgmacma.org.
- Faro de Cullera (2017). Recordando al pirata Dragutfarodecullera.esfarodecullera.es.
- Wikipedia: Moros y Cristianos de Villajoyosaes.wikipedia.orges.wikipedia.org.
- Turismo Oropesa (2023). Torre del Rey – historiaoropesadelmarturismo.comoropesadelmarturismo.com.
- Otros: Alicantepedia – Ataques piratas siglo XVIsge.org; Revista de Historia – Torre Ressemblanchrevistadehistoria.esrevistadehistoria.es; Hoy Aragón – Torres vigías del Reino de Valenciawww2.ual.es; Visit Cullera – Cueva-Museo Dragutvisit-cullera.es.