El 11 de noviembre DE 1979, se produjo uno de los sucesos más emblemáticos y mediáticos en la historia de la ufología española: el Incidente OVNI de Manises. A pesar del tiempo transcurrido, este evento sigue generando debate y análisis, manteniendo viva la incógnita sobre lo que realmente sucedió aquella noche.
El incidente involucró a un avión Super Caravelle, con el indicativo JK-297, que se vio obligado a realizar un aterrizaje forzado en el aeropuerto de Manises tras perder la distancia mínima de separación con un tráfico no identificado. Posteriormente, un caza del ejército español despegó en un intento de perseguir este objeto misterioso, que fue avistado por alrededor de 40 testigos en tierra, en su mayoría personal aeronáutico.
A lo largo de los años, se han propuesto numerosas teorías e investigaciones para explicar este incidente, llegando a conclusiones muy diversas. Sin embargo, algunas de estas investigaciones han sido objeto de críticas por partir de la premisa de que «los OVNIs no pueden ser extraterrestres», y por no dar por concluidas sus investigaciones hasta haber atribuido una explicación al suceso.
Además, se han señalado diversas técnicas empleadas en estas investigaciones para negar los hechos, como la desacreditación de testigos, la propuesta de explicaciones engañosas, la omisión de testimonios y datos, la atribución de explicaciones astronómicas y la presentación de información falsa o distorsionada.
Un ejemplo de esto es el libro «El expediente Manises», escrito por Juan Antonio Fernández Peris en 1998, que recibió el premio «Ricardo Caruncho» de la Fundación Anomalía. En su obra, Fernández Peris sostiene que las luces que observó el Super Caravelle, y que provocaron su aterrizaje forzado, eran en realidad las llamaradas de las torres de la refinería de Escombreras, cerca de Cartagena (Murcia).
Este artículo concluye con un análisis crítico de la teoría de las chimeneas de Escombreras, argumentando en contra de la idea de que las luces avistadas eran llamaradas de estas chimeneas.
A pesar de los años transcurridos y las numerosas investigaciones realizadas, el Incidente OVNI de Manises sigue siendo un misterio sin resolver. Este caso mantiene vivo el debate sobre la existencia de vida extraterrestre y su posible visita a nuestro planeta, y nos recuerda que aún hay fenómenos en nuestro cielo que desafían nuestra comprensión.
* Reproducimos aquí el capítulo de mismo título de la obra de Vicente-Juan Ballester Olmos Investigación OVNI (Plaza & Jans, Barcelona, 1984, pp. 156-162), por su directa conexión con los aspectos fotográficos del caso Manises.
The many instances of forged miracles and prophecies and supernatural events, which, in all ages, have either been detected by contrary evidence, or which detect themselves by their absurdity, prove sufficiently the strong propensity of mankind to the extraordinary and marvelous
DAVID HUME, 1748
Presentamos ahora a la consideración del lector un documento que, en su momento, cobró gran fama debido a su vinculación con la supuesta observación OVNI del 11 de noviembre de 1979, ocurrida a la tripulación de un «Caravelle» en vuelo entre Ibiza y Tenerife y que precedió a un aterrizaje de emergencia en el aeropuerto civil de Manises (Valencia). Días después del caso que protagonizara el piloto Lerdo de Tejada, hermano del ultraderechista escapado de la justicia unos meses antes, una fotografía saltó a los medios de comunicación, la cual, como se verá seguidamente, fue conseguida en circunstancias bastante «especiales», si se nos permite usar un eufemismo. Veámoslas.
El mecánico mallorquín José Climent Pérez dijo haber tomado esta fotografía la madrugada del día 12 de noviembre de 1979, varias horas después del suceso vivido por el comandante Lerdo de Tejada desde su aparato. Los hechos fueron descritos así al semanario Sal y Pimienta (27/11/1979): «Yo estaba en las montañas de Fornalutx, al norte de la isla. Esperaba la aparición, porque el ufólogo Juan Coll, amigo mío, había estado nervioso durante todo el día y me dijo: Tú te vas allí y esperas, porque hoy van a venir.» Siguiendo el relato de Climent, a las dos y media de la madrugada hizo uso de su cámara «Minolta». «Era una enorme esfera de color naranja y de dos kilómetros de diámetro. En su exterior había muchos puntos luminosos, que se movían insistentemente. Parecía un átomo y sus iones. Permaneció durante mucho tiempo, y después se difuminó. Las luces se fueron una para cada lado. Una de esas luces es la que vio el comandante Tejada.»
El citado Juan Coll, autor de la predicción, dueño de un bar en Sóller, es un personaje muy conocido en los medios ufófilos de Mallorca. Unos años antes cometió una mayúscula excentricidad que, salvo por el desprestigio que tales cosas ocasionan a la Ufología, diríamos que resultó cómica. Anunció a bombo y platillo -y nunca mejor dicho- que sus contactos extraterrestres -afirma tenerlos de continuo- le habían prometido llevarlo allende la Tierra en su próxima visita. Así, preparó sus maletas para una fecha determinada… pero la nave espacial falló su cita, por lo que Coll tuvo que regresar a las cervezas y los chatos. Coll -quien dice haber tenido múltiples experiencias de «comunicación»- no se para en barras a la hora de hacer declaraciones a la Prensa: «Muy cerca de aquí existe una base en el fondo del mar. Son unas profundidades que no han podido ser determinadas, (sic). Yo sé que existe una base móvil en estado gaseoso (sic), es como una espuma blanca.» (Lecturas, 24 de noviembre de 1979.)
La fotografía de referencia fue publicada por vez primera en la Prensa mallorquina el 14 de noviembre [N. del E.: en realidad apareci— el 16 de noviembre], dándose ya como cierta su relación con el caso del avión antes citado. Sin embargo, la asociación formal entre esta fotografía y la observación premonitoria fue establecida por el periodista Juan José Benítez, quien en un libro que dedica monográficamente al ya mencionado «encuentro» aéreo sobre él Mediterráneo, la incluye como parte integrante de la fenomenología OVNI de aquella fecha. Establecer semejante paralelismo fue un torpe error, como demostraremos a continuación.
Tras muchos años de experiencia investigadora, nos hemos topado con cientos de fotografías extrañas, supuestamente relacionadas con los OVNIS. En razón de los muchos conocimientos que se pueden adquirir a partir de los análisis fotométricos, las consultas a expertos, el estudio de correlación entre los documentos gráficos y las descripciones y observaciones del testigo, etc., estamos convencidos de que cualquier ufólogo que quiera ser objetivo puede llegar a conocer fácilmente las características que son propias, por ejemplo, de los trazos que dejan los planetas y estrellas fotografiados con exposición, la apariencia de los globos sonda, el aspecto de los aviones de noche, los reflejos ocasionados en el sistema de lentes de las cámaras, etc. No es gran problema para el ufólogo analista la identificación acertada de la mayor parte de las presuntas fotografías OVNI. Mas si lo que se pretende es alimentar ciertas espectativas y vender OVNIS masivamente a gentes desprovistas de criterio, entonces se hacen verdaderos encajes de bolillos para convertir en un enigma, en un objeto volante no identificado, cuando no lisa y llanamente en una «nave espacial», lo que un juicio aséptico no asignaría misterio alguno. Y en el mundillo ufológico, muy dominado por lo irracional y por el abuso sensacionalista, hay mucho de este transformismo. Pero dejemos estas inevitables disgresiones y volvamos al caso específico de la foto de Sóller.
En el caso del documento que nos ocupa, nuestro personal examen preliminar del mismo nos hizo formarnos la idea inmediata de que lo fotografiado se correspondía con un simple reflejo, producido por los rayos solares de un amanecer o un poniente (la fuerte luz del fondo, que surge del horizonte, debía ser el Sol en su orto o su ocaso). Si la hipótesis del reflejo quedara sustanciada, es obvio que toda declaración subsiguiente relativa a la aparición y visualización ocular de cualquier fenómeno luminoso resulta incompatible con la realidad y queda reducida a la categoría de patraña.
Para que se nos confirmase o negase nuestra opinión particular sobre la naturaleza de la fotografía, remitimos una copia de la misma a William Spaulding, director del Ground Saucer Watch (1), organismo norteamericano que hace uso de ordenadores electrónicos para el análisis de fotografías OVNI y que ha merecido alta credibilidad por las muchas fotos que ha desestimado como presuntas imágenes de objetos volantes no identificados y los muchos trucajes que ha desvelado.
El informe del GSW (2) fue definitivo. Después de resaltar que recibieron una fotografía de reproducción, dejaba claro que «la fotografía, tomada durante la semioscuridad crepuscular, revela datos de primer plano y de fondo, así como una imagen poco clara (inarticulate)». Los técnicos del GSW pusieron de relieve la escasez de datos que habíamos remitido para estudiar la foto; apenas enviamos una breve descripción de lo que el fotógrafo declaró haber visto, la fecha v el lugar del caso, pues entonces desconocíamos otros detalles que les pudieran servir de ayuda.
A continuación sigue el cuerpo principal del informe:
«Se llevaron a cabo los siguientes tipos de análisis: contorneado de color, que, proyectó información sobre densidades; digitalización; para análisis de pixels o células de imagen; y mejora de contornos, filtrado y alta resolución, para adquisición de detalles. Se obtuvo la siguiente información:
- La fotografía no es un fraude.
- Las imágenes consideradas no son montajes. No hay evidencia de truco fotográfico alguno.
- La imagen no identificada no representa ningún defecto de revelado ni ninguna otra anomalía.
- La imagen es de naturaleza tenue, no es un objeto sólido ni una fuente productora de luz. La imagen es difusa.
- La imagen no identificada no es un modelo suspendido ni lanzado al aire.
- La fotografía recibida fue reproducida de algún periódico o de una fotografía de acabado mate. La fotografía «A» del GSW (no reproducida aquí) muestra * la matriz de la impresión, que tuvo que ser suprimida electrónicamente, lo cual hizo más difícil la evaluación **.
- La imagen está en el plano, de la emulsión y no es un objeto distante. Se llegó a esta comprobación al reconvertir digitalmente los datos de la montaña y de las nubes de la fotografía, y compararlos con los de la imagen no identificada. Las otras imágenes de la fotografía quedaban afectadas por la atmósfera, lo cual confirma su cualidad de cuerpos distantes
- La imagen no identificada tiene todas las características comunes a un reflejo.
- En el cuerpo principal de la imagen no identificada hay una serie de imágenes más brillantes que, a simple vista, parecen un grupo de pequeños objetos luminosos; éstos son, definitivamente, tenues y forman parte del reflejo principal.
- La posición del Sol es la correcta para que resulte un reflejo en la lente (lens flare), ya que éste se alinea perfectamente con la posición del Sol tras la montaña. Esto fue verificado con el uso del densitómetro digital.»
*: La fotografía remitida al GSW era de segunda generación, esto es, procedía de un negativo de reproducción sacado directamente de una copia en papel original, que facilitó al CEI de Barcelona su corresponsal mallorquín Luis Aspachs y que éste obtuvo del periódico Diario de Mallorca.
[N. del E.: se trataba de una imagen publicada por el diario Última Hora.]**: En dicha ampliación computarizada se observa tanto la naturaleza inmaterial del reflejo como varios subreflejos circulares internos que, de acuerdo con las leyes de estos fenómenos ópticos, se alinean entre sí y con la fuente que produce el reflejo, en este caso, el Sol naciente.
F. Adrian y W. Spaulding, autores del análisis, arguyen seguidamente que estás características también serían asimilables a un raro fenómeno atmosférico conocido como sun dog, o subsol, que es el reflejo del Sol en una nube de cristales de hielo (3), el cual no se asemeja, en nada a la «enorme esfera de color naranja» a la que se refiere José Climent; o bien una nube de bario, nube artificial de plasma o gas altamente ionizado que se crea en la lonosfera con el propósito de investigar la formación de campos eléctricos en el espacio. Sin embargo, considerando que la fotografía problema enfoca hacia el interior de la Isla de Mallorca y muestra, en concreto, el perfil de las montañas de L’Ofre (1.090 metros de altitud), la posibilidad de una experiencia de este tipo parece nula, pues la persistencia en el cielo de estas nubes alcalinas hubiera generado multitud de avistamientos, que no hubo.
El informe del GSW finaliza con esta conclusión categórica.- «Somos de la opinión de que las imágenes representan un reflejo en la lente de la cámara», lo cual corrobora nuestro juicio inicial.
Esta fotografía fue tomada -según el testimonio de su autor- en las primeras horas de la madrugada. El pico de L’Ofre está situado exactamente en dirección este. Eso indica, en la tesis del reflejo, que se trató de un amanecer y, a la vez, que el dato horario dado es falso (probablemente para evitar la identificación del origen real de la imagen: si no existía ninguna fuente de luz natural allí, mal podría formarse un reflejo, sería el argumento falaz). Decidimos profundizar en este extremo y comprobar si, a esas alturas del mes de noviembre, el Sol despunta entre las montañas que aparecen en la foto, exactamente en el lugar de donde surge la luminosidad del fondo.
Recurrimos a un investigador argentino, establecido en Baleares, con experiencia previa en la desmitificación de supuestas fotografías de OVNIS, Mario Alberto Morales, a quien recomendamos se ubicara en el mismo lugar de los hechos, en su aniversario, y determinara, con idéntico encuadre fotográfico, si el Sol adopta en su salida la misma posición que en la fotografía tiene la fuente de luz que, en opinión coincidente del Ground Saucer Warch y del autor, produjo el reflejo.
Nuestro colaborador no se Limitó a eso. Entró en el alucinante entorno que rodea al contactado Coll, uno de cuyos acólitos es Climent, el fotógrafo, y nos comunicó al fin: .«Coll tiene una evidente ansia de publicidad y todo parece indicar que Climent sigue ciegamente las órdenes de Coll» (4). Morales también nos dijo haber visto en poder de Coll varias fotos suyas de OVNIS «en donde el trucaje se hace más evidente, incluso pueril», y que un antiguo miembro del grupo le confesó que la fotografía que comentamos habla sido tomada unos días antes del caso de Manises, pero que se presentó como obtenida el día 12 para aprovecharse del éxito periodístico de aquél.
Mario Alberto Morales se propuso encuestar a aquellas personas que, de forma independiente, hubieran estudiado el caso. Lo hizo primero con Luis Aspachs, para quien, curiosamente, la forma circular que aparece en el cielo en la fotografía era ciertamente un reflejo…. ¡pero provocado por el verdadero OVNI que es el que genera la iluminación de la parte inferior de la foto! Más tarde conversó con Santiago Miró, corresponsal de la revista Interviú en Palma, quien se refirió a un montaje tejido con fines publicitarios y económicos. Finalmente se entrevistó con un periodista del Diario de Mallorca, que había investigado el asunto, quien se expresó en términos semejantes a Morales, mostrándose extrañado de la importancia que se le había concedido al caso. La encuesta de los implicados en la realización de pesquisas en torno a la fotografía no arroja, pues, resultado favorable para el «testigo» Climent Pérez.
El apartado experimental de la investigación de Morales se puso en marcha el 10 de noviembre de 1982, cuando, cargado con todo el equipo fotográfico indispensable y en compañía de un amigo, Ramón Cuenca, llegó a Sólier para tomar las ansiadas placas al día siguiente, desde el punto exacto en que Climent había obtenido la instantánea. El problema básico consistía en hallar tal lugar. En el informe que redactó para nosotros posteriormente, Morales escribe. «Nos quedaba el recurso de averiguarlo con el propio José Climent. Hasta ese momento, Climent había sido una especie de fantasma para mí; jamás había logrado hablar con él, y esta vez… tampoco pude hacerlo. Recurrí a Coll para buscarlo, pero éste intentó siempre despistarme. Finalmente, fue el propio Juan Coll quien nos indicó el sitio desde donde se había tomado la foto. Estaba ubicado junto al mercado del pueblo, a escasos 200 metros del bar de Coll» (5).
Efectivamente, desde allí distinguió Morales perfectamente la ya familiar silueta de las montañas que se dibujan al fondo de la fotografía de marras. En la figura, el plano de Mallorca, el detalle de donde se tomó la foto y los montes que en ella se distinguen.
Fig. 1.- En plena localidad mallorquina de Sóller se tomó la foto en la dirección aquí expuesta. El pico de l’Ofre, situado al Este, es el fondo montañoso dondela salida del Sol produjo el reflejo que ha originado la polémica. |
Pasada la noche, una inesperada circunstancia meteorológica enturbió la observación. las nubes. El ciclo nublado impedía la visibilidad propicia para una torna de fotos adecuada. Habían calculado que el Sol debería ser visible de entre las montañas, alrededor de las 8,20 horas, pero las nubes ocultaran a esa hora todo brillo solar. Cuando, por fin, consiguieron ver los débiles destellos del Sol a través de la cobertura nubosa, éste ya estaba algo elevado sobre el perfil de las montañas (véase el punto 2 de la figura 2). Continuaron observando y, fotografiando los movimientos siguientes del Sol (punto 3), lo cual les permitió luego reconstruir a la inversa la trayectoria solar e inferir el punto donde se inicia en esas fechas el orto -amanecer- del astro rey (véase el punto 1 de la figura 2), ¡que coincide perfectamente con la zona de la fotografía donde aparece una acusada luminosidad, que, según todos los indicios, ocasionó el transparente «OVNI»!
Fig. 2.- Sobre el fondo esquemático de la fotografía de Sóller hemos dibujado el tránsito solar en su aniversario, haciéndose obvio que el Sol despunta exactamente por donde surge la luminosidad en la fotografía que produjo el reflejo. Los subreflejos internos están en línea con la fuente de luz (según anticipa la Óptica). (Cortesía Mario Alberto Morales) |
En suma, se ha comprobado claramente que el reflejo debió haberse creado dada la presencia del estímulo luminoso necesario, en aquella posición del paisaje y en aquella época. Para Morales, «no todo ha sido un fracaso, al menos hemos podido descubrir que en el día 11 de noviembre el Sol sale exactamente donde se ve la fuente de la luz entre las dos montañas »(5). No es poco, amigo, no es poco, podemos añadir nosotros.
Esto termina de quitarle todo valor al caso, convierte en falsedades las declaraciones del fotógrafo a la Prensa y, last but not least, demuestra la tendenciosidad y falta de rigor de los conocidos explotadores de la información OVNI. Para evitar errores hace falta veracidad y documentación. Quien no carezca del primer atributo, lea la referencia (6); le resultará útil sobre este particular.
En medios periodísticos de la isla se afirma que fuentes militares les informaron -de forma totalmente extraoficial- que a Coll le fueron devueltos por parte del Ejrcito del Aire los negativos, que le hab’an sido confiscados, con el calificativo de reflejo (7). Dato a confirmar, pero revelador (8).
Referencias y notas:
- Ground Saucer Watch, Inc. (GSW), 13238 N. 7th Drive, Phoenix, Arizona 85029. Director: William H. Spaulding.
- ADRIAN, F. y SPAULDING, W. H., Mallorca, Spain, UFO Photo, Computer Photographic Analysis (Critique), comunicación personal, 1980.
- MINNAERT, M., The Nature of Light and Colour in the Open Air, Dover Publications Inc., Nueva York, 1954.
- MORALES, M. A., comunicación personal, 11 de abril de 1982.
- MORALES, M. A., La fotografía de Sóller: una historia inconclusa, comunicación personal, 1983.
- SCHÖNHERR, LUIS, Spindles in the Sky, Flying Saucer Review, enero-febrero de 1965, 9-11.
- MORALES, M. A., comunicación personal, 25 de junio de 1983.
- El autor agradece a Pedro Redón (CEI) haber facilitado la copia de la foto de Sóller; el personal del GSW, su análisis informático; y al investigador argentino Mario Morales, las múltiples pesquisas hechas para nosotros, de tanta utilidad en este ensayo.
-Véase asimismo, como información suplementaria, el artículo: «V.J. Ballester Olmos contesta a Benítez. (Un analista de la MUFON asegura que la foto de Manises es un fraude)«, publicado en KARMA-7, enero de 2000, páginas 50-51.
La Fundación Anomalía resuelve el caso Manises |
En el veinte aniversario del avistamiento ovni más famoso de los ocurridos en España, la Fundación Anomalía (www.anomalia.org) ha facilitado a EFE un amplio informe del ingeniero técnico valenciano Juan Antonio Fernández Peris, que da el carpetazo definitivo al emblemático incidente aéreo acaecido el 11/11/79 sobre el Mediterráneo. En efecto, después de una dilatada investigación de cerca de dos décadas, el «caso Manises» ha quedado explicado.
El 11 de noviembre de 1979 un avión de la ya desaparecida Compañía TAE con 109 pasajeros a bordo realizó un aterrizaje de emergencia en el aeropuerto de Manises (Valencia), debido a la posibilidad de colisión con unas extrañas luces rojas que se divisaban desde la cabina. Según el relato de los pilotos, las dos luces, que comenzaron a observar a las 23,05 horas, fueron acercándose progresivamente a la aeronave, provocando un enorme nerviosismo en la tripulación. Al no confirmarse por parte del Centro de Control de Tránsito Aéreo de Barcelona la existencia de otro vuelo en las cercanías, el piloto Francisco-Javier Lerdo de Tejada decidió abortar el vuelo y realizar un aterrizaje de emergencia en Manises, a donde llega a las 23,45 horas, a pesar de que el radar militar no confirmase ninguna presencia física anormal en derredor suyo.
A las 00,40 horas del día siguiente, y debido a los testimonios procedentes de la anexa base aérea de Manises, desde donde también decían ver luces, un Mirage F-1 despegó de la base de Los Llanos (Albacete) con objeto de identificarlas, sin lograrlo. Durante su búsqueda, el caza sufrió diversas interferencias en sus comunicaciones radio y sistemas de defensa.
Fernández Peris -galardonado con el Premio Ricardo Caruncho por este trabajo- pudo averiguar que las luces observadas por la tripulación eran, en realidad, las llamaradas de las torres de combustión de la refinería de Escombreras (Cartagena). La dirección en que fueron vistas las luces coincide perfectamente, así como la separación angular aparente de las luces y la de las llamaradas del complejo petroquímico. La magnitud de éstas y sus características ayudaron a la confusión, pero fue la existencia de una fuerte inversión de temperatura, durante una noche de visibilidad extraordinaria, lo que contribuyó decisivamente a distorsionar la observación de dichas llamaradas.
El estado anímico del piloto le provocó un ataque de ansiedad y pánico ante las lejanas luces que parecían anómalas y, ante la falta de apoyo del Centro de Control correspondiente, tomó una decisión obviamente desproporcionada. Hay que recordar que, en aquellas fechas, los medios de comunicación españoles estaban saturados de noticias sobre ovnis y el ambiente era totalmente propicio a la creencia en que éramos visitados por naves extraterrestres.
La tensa situación creada en el aeropuerto llevó al personal de tierra a prestar atención a cualquier luz que apareciese en la bóveda celeste, que fueron posteriormente identificadas como estrellas y planetas. En cuanto al Mirage pilotado por el capitán Fernando Cámara, que volvió a su base de partida a las 02,07 horas, estuvo desorientado persiguiendo distintos estímulos luminosos indefinidos sin relación con la visión del avión de la TAE. El hecho más sorprendente, la aparición de interferencias sufridas por el caza cuando sobrevolaba Valencia, fue debido a las fuertes contramedidas de guerra electrónica procedentes del portahelicópteros Iwo-Jima de la Sexta Flota norteamericana que se hallaba situado cerca de las islas Columbretes y en estado de máxima alerta por la «crisis de los rehenes» en Irán.
Fue una inusual combinación de circunstancias fortuitas lo que llevó a que se magnificaran hechos que, en condiciones normales, serían triviales.