Descubrimiento
La Dama de Elche fue descubierta casualmente el 4 de agosto de 1897 en el yacimiento de La Alcudia, a las afueras de Elche (Alicante) es.wikipedia.org. El hallazgo ocurrió cuando un joven trabajador, Manuel Campello Esclápez, golpeó con su azadón un objeto duro mientras realizaba labores agrícolas en la finca historia.nationalgeographic.com.es. Al excavar, los jornaleros desenterraron un busto femenino ricamente adornado que, sorprendentemente, estaba muy bien conservado. El propietario de la finca, el doctor Manuel Campello Antón (homónimo del descubridor), era un erudito local y coleccionista aficionado de antigüedades; al ver la pieza, reconoció de inmediato su excepcional valor arqueológico. La noticia del descubrimiento corrió rápidamente por Elche. El doctor Campello llegó a exhibir la escultura en el balcón de su casa para que la población pudiera admirarla, y los ilicitanos la bautizaron popularmente como “La Reina Mora” creyendo erróneamente que podría ser de origen islámico
Descripción
Vista frontal de la Dama de Elche, donde se aprecia su elaborado tocado con grandes rodetes laterales y abundante ornamentación. Este busto íbero de piedra caliza, de aproximadamente 56 cm de altura, exhibe detalladas joyas y vestimentas que indican el alto estatus de la figura representada. Aunque hoy luce el color natural de la piedra, originalmente estuvo policromada, conservándose restos de pigmentos en la superficie
La Dama de Elche es un busto tallado en piedra caliza que representa a una figura femenina ricamente ataviadae Presenta un rostro de facciones idealizadas enmarcado por el característico tocado lateral en forma de grandes rodetes circulares a cada lado de la cabeza. Sobre la cabeza lleva una tiara parcialmente cubierta por un velo, junto con una diadema sobre la frente. Los hombros y la espalda están cubiertos por un manto, pero la parte frontal deja ver tres collares adornados con pequeñas ánforas y porta-amuletos, así como unos pesados pendientes de placas. A ambos lados del rostro caen unas cintas denominadas ínfulas, y sobre el pecho luce una fíbula (broche) que cierra la túnicae. En la parte posterior del busto se encuentra una cavidad u oquedad interna, lo que sugiere que pudo tener una función ritual, como por ejemplo servir de recipiente. Los estudios han comprobado que la pieza estuvo pintada en origen: conserva restos de pigmentos rojos y otras tonalidades, y los huecos de los ojos habrían contenido incrustaciones de pasta vítrea a modo de pupilas. En conjunto, la Dama de Elche muestra un atuendo y adornos de gran lujo, propios de la élite ibera. Su indumentaria coincide con otras representaciones de damas ibéricas y con descripciones antiguas: el geógrafo Artemidoro de Éfeso, hacia el año 100 a.C., relató que las mujeres íberas llevaban “collares … y grandes armazones en la cabeza, sobre la que se ponían un velo”, en términos que evocan claramente el aspecto de la Dama historia.nationalgeographic.com.es.
¿Quién era la Dama de Elche?

La identidad y función exactas de la Dama de Elche siguen siendo misteriosas y han dado pie a diversas teorías:
- Figura religiosa o sacerdotisa: Por su atuendo ceremonial y la solemnidad de su representación, se ha propuesto que la Dama podría ser la imagen de una sacerdotisa ibera o alguna figura de carácter sagrado, quizás vinculada a cultos funerarios es.wikipedia.orges.wikipedia.org. Su expresión hierática y el detalle de sus ornamentos sugieren un propósito ritual, posiblemente relacionado con ceremonias religiosas.
- Urna funeraria: La presencia de la cavidad en la parte posterior del busto llevó pronto a la idea de que la escultura pudo servir como urna cineraria para albergar cenizas humanas. Esta teoría cobró fuerza tras descubrimientos posteriores de otras “damas” íberas con cavidades que contenían restos cremados (por ejemplo, la Dama de Baza hallada en 1971) Evidencias científicas recientes respaldan esta hipótesis: en 2011, un análisis microscópico de partículas en el interior de la Dama identificó cenizas de huesos humanos, confirmando que muy probablemente fue utilizada en un ritual funerario en época ibérica
- Divinidad ibera: Muchos investigadores creen que podría tratarse de la representación de una diosa de la religión ibérica. Se la ha asociado con una posible diosa de la fertilidad o del inframundo (el más allá), dado su posible rol funerario. Algunas interpretaciones la comparan con divinidades madre como Cibeles o con la diosa cartaginesa Tanit, e incluso con deidades clásicas adaptadas al ámbito ibérico (como Deméter o Juno). En estas lecturas, la Dama de Elche sería una figura divina protectora, ligada a la vida (fertilidad) o a la muerte, actuando quizá como guardiana de los difuntos.
- Dama aristocrática (retrato): Otra posibilidad es que la escultura represente a una mujer de la nobleza ibera, inmortalizada con sus atuendos señoriales. La profusión de joyas y adornos indicaría que se trata de un personaje de alto rango social, quizá una reina o dama influyente de la ciudad ibera de Ilici (Elche). Algunos autores han sugerido que podría ser incluso un retrato funerario de una persona real (una difunta de la élite), combinando así el homenaje personal con una posible divinización póstuma. Esta teoría no es excluyente de las anteriores, pues la figura podría al mismo tiempo representar a una aristócrata local y adquirir un carácter sagrado o simbólico en el contexto funerario.
Datación
Por sus características estilísticas y contextuales, la Dama de Elche se adscribe al arte ibérico desarrollado entre los siglos V y IV a.C. (aproximadamente entre el 500 y 300 a.C.). Los expertos sitúan su labra en ese período, durante la etapa de máximo esplendor de la cultura ibera en el sureste peninsular. En el pasado hubo algunas discrepancias en la datación: se llegaron a proponer fechas ligeramente posteriores (incluso del siglo III a.C.), o por el contrario algunos la creían más antigua. Sin embargo, los análisis tipológicos y comparativos más fiables la ubican en el horizonte ibérico pleno (ss. V-IV a.C.), descartando una cronología más tardía

La escultura combina influencias artísticas diversas que ayudan a enmarcar su fecha de creación. Por un lado, la idealización del rostro y ciertos rasgos recuerdan al arte griego clásico; pero muchos detalles son propios del ámbito púnico-íbero del siglo IV a.C.. Los grandes rodetes laterales y la forma del tocado tienen paralelos en el Mediterráneo oriental (difundidos por los fenicio-púnicos), mientras que elementos como la fíbula (broche) de tipo anular hispánico claramente la sitúan en un contexto local ibérico. Asimismo, los collares con pequeñas ánforas y los colgantes en forma de lengüeta que porta la Dama eran frecuentes en el arte orientalizante del siglo IV a.C.. En definitiva, la Dama de Elche corresponde cronológicamente a la época protohistórica de la península ibérica, poco antes de la romanización, encajando con el resto de expresiones materialescumbres de la cultura ibera en el sureste de Hispania.
Viaje de ida y vuelta
Tras su descubrimiento, la Dama de Elche atrajo de inmediato el interés internacional. Apenas unos días después del hallazgo, el arqueólogo francés Pierre Paris acudió a Elche; tras contemplar la escultura, gestionó su adquisición para el Museo del Louvre de París. El doctor Campello aceptó venderla por 4.000 francos de la época (una suma considerable entonces), y el contrato de venta se firmó el 18 de agosto de 1897. La escultura partió de Elche a finales de agosto rumbo a Francia. En París, el Louvre la exhibió como pieza estrella de su nueva colección de arte ibérico, y fue allí donde se popularizó el nombre de “Dama de Elche” para identificarla oficialmente.

Durante casi cuatro décadas la Dama permaneció en el Louvre, hasta que en 1941 tuvo su viaje de vuelta a España en circunstancias excepcionales. En plena Segunda Guerra Mundial, con Francia ocupada, el régimen colaboracionista de Vichy accedió a devolver la Dama de Elche como gesto de buena voluntad hacia el gobierno del General Franco. La restitución se enmarcó en un acuerdo de intercambio de obras de arte entre ambos países: España recuperó, además de la Dama, otros tesoros expoliados (como el tesoro visigodo de Guarrazar y documentos históricos), y a cambio envió a Francia varias obras de sus museos, entre ellas pinturas de El Greco, Velázquez y Goya. La Dama de Elche llegó a Madrid en febrero de 1941, siendo recibida con grandes honores. Inicialmente se depositó en el Museo del Prado, donde su regreso fue publicitado incluso en noticiarios oficiales (el NO-DO) y su efigie apareció en monedas y billetes de una peseta, elevándola a la categoría de símbolo del régimen franquista. En 1971, ya en el ocaso de la dictadura, el busto fue trasladado definitivamente al Museo Arqueológico Nacional (MAN) en Madrid, institución en la que desde entonces preside la sala dedicada al arte íbero. A pesar de ello, la ciudad de Elche ha reclamado insistentemente el retorno permanente de su Dama. La escultura sólo ha regresado a Elche de forma temporal en contadas ocasiones especiales: por ejemplo, en 1965 (con motivo del VII centenario del Misterio de Elche) y en 2006, cuando se cedió para la inauguración del Museo Arqueológico y de Historia de Elche. No obstante, su sede estable continúa siendo el MAN en Madrid, bajo custodia del Estado.
Polémicas y teorías modernas
Desde su hallazgo, la Dama de Elche ha suscitado también polémicas e investigaciones científicas de vanguardia. Una de las controversias más destacadas ha sido la duda sobre su autenticidad. Si bien la comunidad académica la reconoce como una obra genuina de la escultura ibérica, en 1995 el historiador del arte estadounidense John F. Moffitt propuso que la Dama podría ser en realidad una falsificación realizada a finales del siglo XIX. Moffitt incluso señaló a un presunto autor material: el escultor local Francisco Pallás, conocido falsario de antigüedades de la época. Sus argumentos se basaban en la “demasiada perfección” de los rasgos del busto y en la escasa documentación del momento exacto del hallazgo, recordando que en el Levante español de finales del XIX proliferaba el comercio de obras arqueológicas falsas. Esta teoría, sin embargo, ha sido refutada por múltiples evidencias. En primer lugar, hoy se conocen muchas otras esculturas de damas iberas estilísticamente emparentadas con la de Elche (las Damas de Baza, Galera, Cerro de los Santos, etc.), lo que demuestra que sus rasgos no son únicos ni “fuera de lugar” en el contexto ibérico Y más importante aún, los análisis técnicos han confirmado la antigüedad de la pieza: en 2005, un equipo del CSIC dirigido por M.ª Pilar Luxán analizó los restos de policromía conservados en la Dama y verificó la antigüedad de los pigmentos y de las capas de preparación de la pintura. Los resultados indicaron claramente que no existen evidencias de que la Dama de Elche sea una obra moderna, disipando prácticamente las dudas sobre su autenticidad

También en el terreno científico, la Dama de Elche ha sido objeto de estudios forenses, radiográficos y químicos que han aportado nuevos datos sobre su función. Por ejemplo, mediante técnicas de microscopía electrónica y espectroscopía de rayos X, en 2011 se identificaron residuos microscópicos de ceniza humana en su cavidad interna, corroborando su uso ritual funerario antiguo. Análisis con luz ultravioleta y otras herramientas han detectado trazas de pigmentos (como almagra roja) en la superficie, confirmando de forma fehaciente que estuvo policromada en origen. La aplicación de escáneres 3D y radiografías también ha permitido estudiar las técnicas de tallado, revelando marcas de herramientas compatibles con la tecnología ibera antigua. Gracias a estas investigaciones modernas, entendemos mejor a la Dama de Elche: originalmente fue una escultura viva en colores, probablemente depositada en un contexto ceremonial o funerario, lo que refuerza su importancia como pieza central de los rituales y creencias de la civilización íbera. Pese a que todavía quedan misterios por resolver en torno a ella, cada hallazgo refuerza la autenticidad y relevancia de la Dama de Elche, consolidándola como uno de los tesoros más enigmáticos y valiosos del patrimonio arqueológico español.