Valencia tiene que salir a la calle para defender, sencillamente, la libertad

José María Llanos Doctor en Derecho
José María Llanos
Doctor en Derecho

José María Llanos Pitarch

(Profesor de Derecho en Universidad de Valencia)

Cuando un pueblo ha de echarse a la calle para defender lo que es suyo por tradición, por historia, por cultura y por voluntad propia, es que algo falla en los gobernantes. Este es el caso del pueblo valenciano, que está viendo cómo su lengua materna, el valenciano, y su lengua común con todos los que formamos la nación española, el castellano, están siendo vilmente amenazadas por quienes deberían defenderlas.

El “Decretazo” de Marzá, Puig y Oltra, supone una vulneración del principio constitucional a la igualdad de todos los españoles, puesto que si en nuestra región son cooficiales el valenciano y el castellano, no puede discriminarse una lengua respecto de la otra en la educación. Este ilegal Decreto -al que le pronostico corta vida si los jueces cumplen con su labor-, comete dos injusticias “de libro”: por una parte, castiga a los alumnos que elijan el castellano como lengua vehicular de formación, puesto que si optan por ésta, su nivel de inglés será mucho menor que si optan por el valenciano como lengua vehicular, ya que en tal caso obtendrán el nivel B1 de inglés; y por otra parte, el valenciano que se propone como lengua vehicular NO es valenciano, sino “catalán disfrazado” -ya hemos hablado en otras ocasiones de las mentiras de la pseudohistoria, que quiere convertir al valenciano, de mayor antigüedad que el catalán, en un dialecto de éste-. Pero lo triste no es que haya asociaciones a sueldo de los “Puigdemont”, “Mas”, y compañía -como es el caso de la ACPV (Asociación Cultural del ¿País Valenciano?)-; lo triste es que los gobernantes valencianos sean quienes pretenden imponer unos contenidos, unas tendencias, unas formas, que no son compatibles con “la defensa de lo nostre”. El Conseller de Educación de la Generalitat Valenciana ha dado el visto bueno a la homologación y validación de títulos y certificados catalanes, Andorranos y de Baleares, mientras que niega el mismo reconocimiento al “valenciano” que hablamos todos los “valencianos”. Se podría pensar que este conseller había nacido en Cataluña –como el alcalde de Valencia, Sr. Ribó-, pero no; el Sr. Marzá nació en Castellón, y que yo sepa, Castellón es uno de los tres pilares de nuestra región valenciana.

Pero, ¿cómo podemos esperar que los de fuera nos reconozcan nuestra propia identidad, si algunos de dentro nos la niegan con total desvergüenza e ignorancia? Decía Hilaire Belloc que “el lugar donde uno nace es la envoltura del alma”; y por eso creo que si uno renuncia a lo suyo, a sus raíces, entonces está dejando su alma sin protección alguna. Lo siento por ellos; pero más lo siento por los que tenemos que soportar a estos gobernantes que con totalitarismo, sectarismo, revanchismo, persecución, y bolchevismo trasnochado, nos quieren hacer comulgar con ruedas de molino a los valencianos, que sólo queremos vivir en paz, y reconocernos cuando nos miramos a la cara. Si por ellos fuera, pronto no nos conocería ni la madre que nos parió.

Por eso, porque estamos hartos, porque no podemos más, porque queremos respirar aire fresco, y porque queremos vivir de una vez en libertad, salimos a la calle este 25 de marzo; y nos unimos los valencianos para decir: ¡Basta ya! ¡Hasta aquí llegó la riada! Como escribió Sir Thomas Browne: “Un poco de agua hace un mar, un pequeño soplo una tempestad de viento”.

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