Miles de personas huyen del oeste de Mosul a medida que los combates se intensifican

mosul marzo 2017CAMPAMENTO HAMMAM AL-ALIL, Irak, 3 de marzo de 2017 (ACNUR/UNHCR) – Sin comida, y con la artillería cayendo cerca de la casa de su familia, en el oeste de Mosul, Kifah decidió que tenían que irse.

“Caían demasiados proyectiles. No teníamos arroz, ni pan, ni leche. No había nada para los niños”, dijo.

Este hombre de 35 años, su esposa y sus hijos están entre los miles de residentes del oeste de la segunda ciudad más grande de Irak, Mosul, que huyen según avanza la ofensiva militar del gobierno para retomar la zona.

El desplazamiento forzoso desde el oeste de Mosul ha afectado a 30.000 personas en menos de una semana.

El campamento Hammam Al-Alil, antes vacío, empezó a llenarse rápidamente, en menos de 24 horas, convirtiéndose en un hogar temporal para miles de iraquíes desesperados por huir de los combates.
Durante el día, autobuses y camiones traen a familias exhaustas al asentamiento, que se encuentra a casi 25 kilómetros, al sur de Mosul. Allí, esperan pacientemente mientras reciben agua y comidas calientes antes de ser ubicados en las tiendas.

Para ayudar a satisfacer sus necesidades, ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, está instalando grandes explanadas con tiendas de campaña, que servirán como centro de recepción temporal para albergar a las familias recién llegadas al asentamiento a la espera de registro.

Asimismo, se distribuyen entre los recién llegados artículos de primera necesidad, incluyendo colchones, mantas, kits de higiene y cocina, calentadores y bidones.

También se ha comenzado a trabajar, junto a organizaciones colaboradoras, en un nuevo campamento a menos de un kilómetro de distancia, que podría albergar hasta a 30.000 iraquíes desplazados.

“En los últimos días, un número considerable de personas ha comenzado a huir del empeoramiento de las condiciones de seguridad y de la situación extrema del oeste de Mosul”, afirmó Bruno Geddo, representante de ACNUR en Irak. “Seguimos preocupados por la seguridad de los civiles e instamos a las autoridades a garantizar paso seguro a todos los que huyen”.

ACNUR y otras agencias están brindando asistencia de emergencia para los recién llegados, para asegurar que reciban todo lo que necesitan para comenzar una nueva vida en la seguridad de los campamentos hasta que las condiciones sean apropiadas para su regreso”.

Cerca de 192.000 iraquíes se han visto desplazados de la ciudad y sus alrededores desde el 17 de octubre, fecha en la que comenzaron las operaciones militares. Se estima que hasta 250.000 personas podrían huir del este de Mosul, de las 750.000 que se cree que aún residen allí.

El alivio de los que llegan al campamento gubernamental de Hammam Al-Alil es palpable.
“Me quité mi hijab en cuanto llegamos al lugar donde estaban las fuerzas de seguridad iraquíes”, dijo Shayma, la esposa de Kifah. Estoy muy feliz ahora. Hemos comido, hemos dormido tranquilamente. No he tenido pesadillas, sólo buenos sueños”.

Aun así, su esposo se muestra cauto sobre el pronto regreso a su hogar en el distrito de Mamoun, en el oeste de Mosul, explicando sus preocupaciones sobre células activas ocultas en la zona.
“Seguimos preocupados por la seguridad de los civiles e instamos a las autoridades a garantizar el paso seguro para todos los que huyen”.

Para Saddam, un recién llegado de 33 años, el campamento es un regreso a la normalidad tras la intensa batalla por su vecindario. “Había francotiradores y bombas“, narró Saddam, también huido de Mamoun con su esposa y sus niños.

Las noches eran muy difíciles. Los combates eran feroces. Hemos dejado todo atrás para tener libertad”, dijo él. “Mosul era como una prisión para criminales. Ahora nuestra vida está volviendo a la normalidad”.

Su familia pasó la noche en el campamento. Pero con el apoyo de parientes, estaban esperando para irse a la cercana y bulliciosa -pero dañada por la guerra- aldea de Hammam al-Alil, tomada por las fuerzas del Gobierno en noviembre pasado. “Quiero encontrar un trabajo, poder trabajar. Y quiero que mis hijos vayan a la escuela”, agregó Saddam.

Tras más de dos años bajo las estrictas normas impuestas por los grupos insurgentes, y la escasez de alimentos y artículos básicos en meses recientes -que provocó que muchas personas pudieran realizar solo una comida al día, a menudo solo pan, patatas o sopa de tomate – las familias esperan ahora libertad y nuevas posibilidades.

“Cuando partimos estábamos asustados, pero ahora estamos felices de estar aquí”, dijo Zeman, de 17 años, llegado tan solo una hora antes en bus con su hermana Noor, de 32 años y madre de cuatro niños.

La familia huyó del distrito Wadi Hajar, en Mosul oeste, logrando escapar cuando los grupos armados los obligaban a abandonar sus hogares para ir a otra ubicación a medida que se enzarzaban en nuevos combates. Me siento feliz de haber dejado nuestras viejas vidas atrás“.

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