La incoherencia (por no llamarlo majadería), se llama: “Pablo Iglesias”

José María Llanos Doctor en DerechoJosé María Llanos Pitarch. Doctor en Derecho de la Universidad de Valencia.

En esta bendita España (y ya comienzo pidiendo perdón, por lo de “bendita”), todo vale: adoctrinar a los menores en la aberración de la ideología de género, asaltar  una  capilla  con  los  pechos  al  aire,  querellarse  contra  obispos  por incitación al odio, retirar todos los símbolos religiosos (bueno, sólo los cristianos, claro) de nuestras calles, blasfemar contra la Virgen, contra Jesús, contra la doctrina y los dogmas de la Iglesia Católica, amenazar la libertad de expresión, etc. Claro que en este “todo vale”, no entra la libertad de los padres para elegir la educación que quieren para sus hijos, la libertad de culto (cristiano), la defensa de la vida, de la familia natural, del matrimonio, de la discrepancia, etc.

Y es que en la “católica” España (quién te ha visto y quién te ve), resulta que gente con un apellido “eclesial”, como el mandamás de Podemos y sus secuaces, se permiten el lujo de decir, entre otras cosas, que se quite de la Televisión pública  la  Misa  de  los  domingos;  y  una  tal  Irene  Montero,  muy  lúcida  e inteligente ella, dice que atenta a la libertad y a los derechos humanos como el aborto  (todavía no,  guapa,  todavía no  es  el  aborto  un  derecho  humano; tal monstruosidad  sólo  está  en  tu  “cerebro”);  y  el  “Mesías”  de  Podemos  dice también que la Iglesia va contra las mujeres. Y yo me pregunto: ¿lo de este “tío”, es maldad, pura ignorancia, o enfermedad mental? Lo primero sería triste, lo segundo culpable, y lo tercero un problema médico. Porque este “tío” no se ha leído ni una coma sobre la historia de la humanidad; porque este “tío” se ha quedado en Domiciano, y no se ha enterado de que la igualdad de la mujer es fruto, “exclusivamente”, del cristianismo; porque este “tío” dispara sin tom ni son, mentira tras mentira, a ver si al final cuela, y parece una verdad. Algunos creíamos que estas campañas de adoctrinamiento radical, contra el hombre y contra la sociedad, habían quedado en el olvido con la caída del muro de Berlín. Pero parece que no; parece que un “tío” financiado por el islamismo radical -este sí, contrario absolutamente a los derechos humanos, como es Irán-, o por un régimen loco y opresor -como el venezolano-, pretende resucitar al mayor genocida de la historia mundial como fue Stalin, y pretende sojuzgar, oprimir, y encarcelar, todo pensamiento disidente a su doctrina mesiánica. Este Pablo se cree que hablando mucho se puede manipular; y sería verdad si el pueblo español fuera tan estúpido y tan ignorante como él quisiera. Pero gracias a Dios, los españoles no somos tan estúpidos, y sabemos ver de dónde viene el peligro; quiénes nos quieren hacer comulgar con ruedas de molino, y quién habla sin decir nada. No hay discurso más hueco, más inane, más débil, y más peligroso a la  vez,  que  el  de  los  dictadores amigos  de  Pablo  Iglesias:  Castro,  Chávez, Maduro, Evo Morales, Rouhaní, etc.

Este trasnochado bolchevique quiere convertir el siglo XXI en la victoria de los traidores, de los corruptos, de los mentirosos, de los anacrónicos neocomunistas; como  saben,  se  ha  demostrado  sin  género  de  duda  que  el  Frente  Popular manipuló las elecciones para conseguir 750.000 votos más, que le dieron la victoria electoral. Y este es el ambiente que le mola a Pablo Iglesias. Es normal que se equivocara en el título de una superconocida obra de Kant: “crítica de la razón pura”. Y es normal, porque la “razón” no va con él; con él va el populismo, la mentira hecha verdad, el escrache a la libertad, la opresión al disidente. Esto es Pablo Iglesias; y esto es Podemos. Y si me equivoco, díganme: ¿qué propuesta política, qué  discusión parlamentaria, qué  medida activa  ha  propuesto en  el parlamento? ¿Quitar la Misa de los domingos, pero dejar el programa islamista, que sí atenta a los derechos humanos? Esto no es serio; es más, esto es de vómito. ¿Por qué no se pasea por Irán, contando sus “chorradas”? Igual no dura en la calle, ni diez minutos. Ah, claro, es mejor adoctrinar en España, en la que hay libertad, gracias a la civilización judeocristiana en la que él mismo se ha criado, y a la que ahora insulta y desprecia. Porque la aconfesionalidad, señor mío, no es atacar a la Iglesia; es la libertad de culto. Y la televisión pública ha de dar un servicio público; y la Misa dominical es un servicio público para muchos ciudadanos. Ya sé que usted quiere equiparar a todos, pero por abajo; así seremos maleables, manipulables, y usted, desde su “altar”, nos dirigirá. Pero no, amigo, no; algunos no tragamos.

Y eso que los españoles tenemos mucho aguante: insultan nuestras creencias, nuestra libertad, nuestra dignidad; y lo soportamos. Pues, queridos lectores, ya está bien de aguantar, ¿no?

¡Váyase a Irán, Sr. Iglesias! ¡Y que le den¡ … ¡dos duros, quiero decir! En España, sus pseudoideas de persecución, confrontación, revanchismo, y odio, ¡SOBRAN!

Y pensándolo bien; ¡¿POR QUÉ NO TE CALLAS?!

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