Emmanuel Macron (23,7% de los votos) y Marine Le Pen (21,9%) se disputarán la presidencia de Francia el próximo 7 de mayo
Casi 46 millones de habitantes están llamados este domingo a elegir al próximo presidente de la República francesa en las elecciones más abiertas que se recuerdan, con cuatro candidatos prácticamente empatados: a ultraderechista Marine Le Pen y el centrista Emmanuel Macron en cabeza, y a poca distancia el conservador e imputado por corrupción François Fillon empatado con el izquierdista Jean-Luc Mélenchon. El 30% de indecisos tendrá la clave para decidir quién pasará a segunda vuelta. Aquí te contamos minuto a minuto los resultados de estas elecciones que tienen en vilo a Europa.
Al final la sorpresa no fue tan grande. Según las primeras estimaciones difundidas por la radiotelevisión pública, Emmanuel Macron (23,7% de los votos) y Marine Le Pen (21,9%) se disputarán la presidencia de Francia el próximo 7 de mayo.
Los resultados de la primera vuelta dejan fuera de juego al conservador François Fillon (19,7%%), líder de Los Republicanos, que consigue una ligera remontada en el último momento pese a sus escándalos personales y al líder de la izquierda radical Jean-Luc Mélenchon, con un 19,2%.
La peor derrota fue la del socialista Benoît Hamon (6,2%), el primero en comparecer ante los medios, diez minutos después de conocerse los resultados. Hamon asumió la responsabilidad de una derrota “electoral y moral”, y pidió el voto para Macron para frenar al Frente Nacional. Una hora después, Fillon también asumió su derrota y anunció que votará a Macron en segunda vuelta.
Mélenchon tardó mucho más tiempo en salir, pero no para hacer ninguna recomendación de cara a la segunda vuelta: “No he recibido ningún mandato de las 450.000 personas que han decidido presentar mi candidatura para expresarme en su lugar”, dijo en su comparecencia. Pidió a las bases que den su opinión en la plataforma de su movimiento, Francia Insumisa.
Marine Le Pen se presentó ante los medios como “la candidata del pueblo” y en lo que es un avance de lo que será su campaña llamó a Macron “el heredero de Hollande”. Ha defendido su programa frente al de “la globalización salvaje, la desregulación total, la inmigración masiva y la libre circulación de terroristas”.
Estimación de los principales estudios de opinión pública
Los franceses han optado por dos candidatos fuera del sistema. Por un lado un novato de la política, Emmanuel Macron, de 39 años, exbanquero, exministro de un Gobierno socialista, cuya única experiencia se resume a haber sido ministro de Economía durante dos años (2014-2016) antes de crear su propio partido En Marche! (En Marcha!) para canalizar sus ambiciones presidenciales.
Por otro, Marine Le Pen, de 48 años, eurodiputada, líder de un partido que ha conseguido, gracias a la hábil manipulación del malestar galo, banalizar un discurso xenófobo y mejorar en unos pocos puntos los resultados de su padre en unas elecciones presidenciales.
Por el camino han quedado los candidatos de los partidos tradicionales: François Fillon, 36 años de vida política, favorito inicial de la contienda que vio su candidatura hundirse tras las revelaciones de los empleos ficticios de su esposa e hijos a costa del erario público; Jean-Luc Mélenchon, otro veterano, líder de una izquierda radical y portavoz de una “Francia Insumisa” que despuntó en los sondeos en las últimas semanas; y sobre todo Benoît Hamon, un candidato voluntarioso salido de unas primarias complicadas, última víctima del descrédito del Gobierno de Frnçois Hollande y de la profunda inadecuación de su partido ante los retos del siglo XXI.
Socialistas y conservadores suman sólo algo más del 25% de los votos, un hecho sin precedentes en la V República francesa.
No ha habido tanta abstención como la esperada (se estima en el 22%). Se temía que la profunda indecisión que pronosticaban los sondeos semana tras semana fuera a alejar a los votantes galos de las urnas. El atentado perpetrado el jueves por la noche en los Campos Elíseos contra un autobús de policías, sólo contribuyó si acaso a movilizar a los franceses.
Ha sido una campaña atípica con muchos sobresaltos, sobre todo los marcados por el escándalo Fillon, y donde los únicos temas han sido realmente el profundo malestar y la gran incertidumbre con los que Francia se enfrenta al futuro. A lo largo de estas semanas los candidatos, sin convencer realmente a nadie, han ofrecido sus soluciones al declive de la grandeur, al papel de Francia en una Europa que no se encuentra, al trauma de los atentados terroristas, al fracaso de la integración de los hijos de la inmigración, o a la impotencia ante un paro que sube (9,7%) y crea cada vez mas trabajo temporal.
Los franceses están hartos de los partidos tradicionales. Y ya no se reconocen en sus líderes. El presidente Hollande ha estado tan ausente de la campaña que ninguno de los candidatos se ha molestado en posicionarse a favor o en contra del balance de su gobierno.
Para Marine Le Pen el resultado es un éxito, pero no le garantiza la victoria en segunda vuelta, donde los sondeos la daban como perdedora ante cualquier rival. Supera en un millón de votos a su padre, Jean Marie Le Pen, que el 21 de abril de 2002 causó un auténtico terremoto al eliminar al socialista Lionel Jospin de la carrera presidencial y con 16,8% de los votos alcanzó la segunda vuelta, que perdió frente al conservador Jacques Chirac. En aquella época el Frente Nacional seguía siendo un partido completamente marginal, no la formación que puede permitirse unos postulados xenófobos que escandalizan cada vez menos y ya no sorprenden.
La líder de la extrema derecha ya cosechó buenos resultados en las regionales de diciembre 2015 cuando se llevó el 27,7% del voto. Pero una “movilización republicana” evitó que superara ese resultado en la segunda vuelta. Es poco probable que vaya más allá de ese listón el 7 de mayo.
Emmanuel Macron, cuya candidatura fue acogida al principio con inmenso escepticismo incluso con sorna hace un año, se ha aprovechado del hundimiento de Fillon. Con un postulado de centro, progresista en lo social, liberal en lo económico y proeuropeo, ha sabido captar el voto útil, el que, sin estar muy convencido por su persona –estridente en los mítines y poco empático- o por un programa cajón de sastre, ha visto en el joven tecnócrata un mal menor.
Favorito de los mercados, empollón profesional –ha estudiado en las “grandes escuelas” de la élite gala- y especializado en finanzas, Macron tiene una trayectoria personal peculiar, puesto que sigue casado con la que fuera su profesora de teatro, Brigitte Trogneux, 24 años mayor que él, la única esposa de candidato que ha participado activamente en la campaña. Si gana, y mucho tendría que pasar para que no ganara, se convertiría en el presidente más joven de la Quinta República.